Ruben Blades marca la salsa y dejo mensaje por la vida en Medellin

Ruben Blades marca la salsa y dejo mensaje por la vida en Medellin

 

Panamanian salsa singer-song writer Blades performs during his initial concert of his new tour "Todos Vuelven" in San JuanAquella algarabía hizo que la luna, indecisa al principio, se asomara para la tercera canción. La trompeta brilló bajó esa luz y siguieron a la melodía Rubén Blades y la orquesta de Roberto Delgado. Con ellos, las 38.000 personas que debieron asistir al concierto en el estadio Atanasio Girardot, cantaron las decisiones de una ex señorita embarazada, un aficionado a don Juan y un borracho al volante.
Minutos antes, en la espera de que el artista panameño saliera a escena, la chica de al lado veía sombras en la tarima, entre los instrumentos. Un cencerro repetía tucutún tucutún desde antes del ingreso, en medio del murmullo de los que creían adivinar ya la silueta del panameño.
Un manifiesto por la vida precedió la entrada de Blades. “La vida es sagrada, la palabra también”.
Cuando el murmullo se hacía clave en la tribuna, se oyó una voz de acento caribe dar las buenas noches a Medellín.
—Cada uno lleva encima la marca de su tiempo, cada uno lleva encima la huella de su sueño ¿quién dijo que la risa de tanta alma joven tiene que emigrar o que la llamarada de los sueños nobles ya no alumbra más? —cantó el dueño de aquel saludo, de negro cerrado y sombrero.

Por casi tres horas el alumno de la abuela Emma y de la Maestra Vida compartió éxitos de su carrera, anécdotas y opiniones. Dedicó algunas de sus canciones al dolor que carga Medellín y elogió los pasos que en tiempo reciente se han dado para alejar la violencia. Habló de los barrios en Las calles, del racismo y la discriminación contra la mujer al entonar Ligia Elena, de las drogas con su canción Caína (a la que no se puede querer) y Amor y Control.
—Óyeme, Juan Pachanga, olvídala, aconsejó.
Entre tema y tema, los asistentes aplaudieron, bailaron algunos con su mejor tumbao. Y no se sabe de dónde retumbaba el cencerro aquel tucutún tucutún.

Maestros de siempre
Los maestros de Medellín fueron invitados especiales la noche de este sábado, y Blades aludió a sus profesores de primaria Ana G. de Ríos, Isis Tejeira, Eva de Ramos, Doris Coparropa
—y la señora que nos daba inglés, Mrs. Thomas, a ellos mis agradecimientos y a todos los maestros que están aquí.
Los profes también bailaron.

“A tu escuela llegué, sin entender por qué llegaba. En tus salones encuentro mil caminos y encrucijadas y aprendo mucho y no aprendo nada”, dice la letra que compuso hace 31 años. Calculó que para entonces los asistentes que distinguía en la primera fila no habían nacido.

Pedro Navaja e incluso El Cantante, tema de su autoría, con el que honró la memoria de Héctor Lavoe, también estuvieron en el repertorio. Sentenció que la muerte real empieza por el olvido.
Sobre las diez de la noche terminó la presentación, pero a lo mejor, el que tocaba el cencerro sigue dándole en alguna esquina, porque esa marca de la salsa se quedó en la noche de Medellín.

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